He pasado muchos años investigando los patrones de conducta de aquellas personas que alcanzan la riqueza y el éxito en el plano económico. Gracias a ello, he podido llegar a varias conclusiones...
- Todas, sin excepción, se habían marcado objetivos y habían desarrollado planes para alcanzarlos.
- Procesaban un sentimiento de agradecimiento, por todo lo que tenían, mucho antes de alcanzar sus metas económicas. En ocasiones, incluso estando en la más absoluta miseria.
- Gratitud y riqueza van cogidas de la mano.
Pues bien, amig@ mío... En este post trataremos de entender por qué la gratitud es una de las claves para atraer la riqueza, el éxito económico, o de cualquier otra índole.
Si estás leyendo este artículo, es porque tienes un ordenador, teléfono, tablet y acceso a internet. ¿Estás agradecido por ello? O, ¿simplemente lo das por hecho?
¿Sabías que más de mil millones de personas en el mundo no tienen el "lujo" de tener luz en casa?
En nuestro afán de mejorar nuestras vidas, en cualquiera de sus facetas (no hay nada de malo en ello, siempre y cuando no nos ciegue la codicia), olvidamos agradecer todas aquellas cosas con las que hemos sido bendecidos... Desde la electricidad que acabamos de nombrar hasta el pan que nunca falta en nuestra mesa.
Uno de mis mentores es Jim Rohn... Con la inteligencia, humildad y perspicacia que lo caracteriza dejó escrito:
"Aprende a ser feliz con lo que tienes mientras persigues lo que quieres."
No hubiera podido expresar mejor lo que intento explicar... Creo que esa frase resume a la perfección lo que es una filosofía de vida para el éxito. Una vez más Jim, vuelves a estar en lo cierto. Gratitud y riqueza van cogidas de la mano...
No me extiendo más... Dejo paso a mi amigo Javier Gómez, es un honor y placer tenerlo aquí, a partir de ahora él toma el testigo...
Gratitud y riqueza van cogidas de la mano
Cuando pienso en gratitud lo primero que me viene a la cabeza es agradecer. Esto último para la Real Academia de la Lengua española, viene a ser: “Dar las gracias a nuestros semejantes como muestra de estima y de reconocimiento, también por respeto y educación hacía ellos”.
Este puede ser un punto importante y crucial de la gratitud pero, personalmente, lo considero un significado en exceso reducido.
La RAE tiene un significado de gratitud superior; se trata de un sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y corresponder a él de alguna manera.
En mi formación como coach profesional tuve que hacer muchas dinámicas, pero recuerdo una con especial satisfacción. Se trataba de salir de la escuela, pasear durante un rato largo y ver, buscar, percibir, estar atento a todo aquello que mis sentidos captaran.
Al mismo tiempo y libreta en mano, anotar todo lo que consideraba útil, positivo, saludable para mí, en definitiva, aquello que merecía una muestra de reconocimiento porque de una u otra forma me hacía la vida más sencilla.
En un principio me topé con cosas de buen tamaño que suponían una ventaja considerable en mi estilo de vida, especialmente si lo comparaba con el de otros países no desarrollados.
Después me topé con un contenedor de basura, incluso varios diferentes. Y esto es así de nuevo, porque hay mucha gente que trabaja en ello, que piensa en el reciclado y en el cuidado del medio ambiente.Al mismo tiempo sentía que una ambición mal gestionada me llevaba a seguir buscando, a querer encontrar más, a lidiar con esa parte inserta en el ser humano de no complacencia y búsqueda de mejoría continua que me permitía ver que mi foco estaba en aquello que me faltaba, menospreciando todo aquello que tenía a mi alrededor.Puedo garantizarte que es mucho, por eso no apago la luz hasta que no tengo al menos tres motivos, y los escribo en una agenda que tengo para ese fin en la mesilla de noche. Porque sin duda, como toda búsqueda, lo que me supone es un aprendizaje, y este conocimiento obtenido, es el mejor de los tesoros que puedo encontrarme. Por ello, doy las GRACIAS y me conecto con ese sentimiento de GRATITUD, ambos con mayúsculas.
Primero de todo apunté los coches, los supermercados y los edificios. Al poco me crucé con otras personas y, aunque en algunas ocasiones he pensado que me gustaría ser un ermitaño viviendo en una cueva, me di cuenta de la importancia que le doy a la vida en familia y en comunidad.
Tras un rato de paseo y de seguir viendo coches aparcados durante toda la calle, empecé a ver más allá y me percaté de que el coche no es solo un coche, sino la muestra de un proceso de evolución del ser humano. Tiene un motor, unas ruedas, asientos, calefacción, música, aire acondicionado… Y todo ello ha estado y está en mejora constante en el tiempo. Gracias a ellos viajo, me encuentro con gente querida, conozco otras ciudades y hasta otros países…
Esto me hizo ver que existen muchas personas trabajando para que esto suceda, y en última instancia como consumidor final poderlas disfrutar. La mayoría de los días agarro el volante sin mucha conciencia sobre lo que tengo entre manos, pero aquél día me di cuenta de que los vehículos en general son algo más grande que lo que a simple vista había apuntado en mi libreta.
Esta reflexión me permitió abrir la visión, entonces me di cuenta de los semáforos y con ello también de las señales de tráfico y de su importante labor en la comunicación vial...
A continuación me encontré un paso de cebra y observé las líneas que delimitan los carriles, los lugares de aparcamiento e incluso los cruces. Acto seguido encontré una alcantarilla, algo que rara vez tiene valor en mi mente pero que sirvió para darme cuenta de que tienen una importante función en la vida urbana moderna.
Más adelante me topé con una fuente y pensé que por un complejo sistema de canalización y tratamiento del agua, ésta llega a cualquier parte de la ciudad en condiciones óptimas para su consumo.
En ese momento y pensando en la naturaleza y en su cuidado, me di cuenta de que había árboles por la calle y que también tienen una importante función en nuestro ecosistema, especialmente en la contaminada ciudad.
Entonces noté el sol que pese al frío que hacía me calentaba las manos y me mantenía caminando por la calle, pudiendo no llevar los guantes puestos. Y escuché un pájaro. Se cruzó un gato. Y después una nube se puso delante del sol…
Me sentí muy pequeño dentro de todo un sistema que se mueve de forma compleja y de la que siempre me había sentido el centro más absoluto. Aquél día sentí que en realidad solo era una pequeña parte de él.
El ejercicio siguió durante un rato más, incluso cuando volví a la escuela y vi el portero automático, el ascensor, las ventanas y las puertas, seguí sintiendo que hay mucho en nuestro día a día que nos hace la vida más ordenada y sencilla.
Para ello hay mucha gente dedicando su tiempo, su esfuerzo, su día a día para conseguirlo. Sentí un profundo agradecimiento a todas estas personas y a la majestuosidad de lo que me rodea.
Todo lo que apunté en aquella libreta tiene un papel importante en nuestro día a día y gracias a otras personas forma parte de nuestra cotidianeidad y las pasamos por alto sin darnos cuenta, buscando constantemente más, y muchas veces sin saber qué.
Antes de este ejercicio llevaba un tiempo trabajando una mentalidad de abundancia. Estaba deseoso de suprimir una actitud de carencia y buscaba mis patrones de pensamiento y mis creencias limitadoras.
Había adquirido el compromiso conmigo de desarrollar una forma de pensar en la que la abundancia generase prosperidad, en la que mi estado habitual fuera de riqueza.
Pocos días después de aquella actividad tuve claro cuál era la forma de conseguirlo... Era algo sencillo y siempre lo había tenido enfrente pero, como todo en la vida, por muy delante que esté, nuestra propia ceguera nos impide verlo.
El maestro aparece cuando el alumno está preparado, y yo, en este punto, no lo había estado hasta entonces.
Me di cuenta de mi constante sensación de ausencia, de mi necesidad de rellenar cada conversación, cada momento, cada actividad, cada pensamiento. Un profundo sentido de no plenitud me embriagaba cada día y, a costa de él, no terminaba de encontrar el bienestar.
La clave consiste en olvidarme de aquello de lo que carezco y querría conseguir, ya sea material o inmaterial. Puede ser tiempo, amor, dinero, respeto, seguridad, hábitos, circunstancias de mi entorno cercano o cualquier otro asunto...
Basta con cambiar el foco, y dejar de orientar el pensamiento en cómo podría completarse cada momento, cada conversación, cada actividad, cada día. Pensar en una mejor casa, en un mejor trabajo, en una situación económica mejor, en más tiempo, en más…. No me cabe duda de que esto es carencia.
El juego de la gratitud y de la vida, consiste en buscar aquello que tengo a mi alrededor y de lo que puedo sentirme agradecido en el sentido más amplio de la palabra.
Por ello tomé como ejercicio diario antes de acostarme hacer una revisión del día y buscar todos aquellos momentos por los que puedo sentirme satisfecho, contento, orgulloso, en definitiva, agradecido.
Puede ser una conversación, un comportamiento, una actitud, una emoción, un pensamiento, un objeto, cualquier cosa de la que sentirme satisfecho y al mismo tiempo agradecido: a alguien, a algo o a las circunstancias y acontecimientos.
Día tras día, semana tras semana, mes tras mes. Con el tiempo y sin darme cuenta, mi sensación personal en el día a día, mi actitud, y mi forma de vivir han estado cambiando. Poco a poco dejé de fijarme en aquello que me habría gustado vivir y poseer, en definitiva dejar de mirar la forma de mejorar lo presente.
Empecé a sentir un profundo bienestar por aquello que me rodea. Este bienestar es precisamente el que cambia la actitud y esta paz interior es la que me hace entender qué exactamente quiere decir GRATITUD.
Ahora puedo decir que para mí este concepto es una forma de estar en el mundo, una vía para recibir aquello que me sucede de una forma positiva y saludable.
Un estado que me permite trabajar la aceptación del día a día desde una parte superior de mí, una concepción que me recuerda que soy yo quien toma las decisiones de mi vida y me permite entender que ésta, junto con la capacidad de amar, es el derecho más grande que poseo.
Hace ya años, escuché una frase en una película* que captó mi atención:
“Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar aquello que puedo, y sabiduría para entender la diferencia.”
Con esta filosofía y con el paso del tiempo he entendido una definición que leí y con la que me siento muy identificado:
“Un buscador es una persona que busca, no es necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que necesariamente sabe lo que está buscando. Un buscador es, simplemente, alguien para quien su vida es una búsqueda.”
Hoy día sigo viviendo mi vida desde la experimentación, desde esa búsqueda, pero desde aquél ejercicio, desde un profundo agradecimiento continuo a todo lo que vivo, independientemente del estado que me genere.
Javier Gómez
¡Compartir es vivir!
Acerca del autor de este artículo: "Javier Gómez"
Javier Gómez es Coach certificado, con más de 10 años de experiencia profesional en finanzas. Experto en inteligencia emocional y practitioner en PNL. Diplomado en Ciencias Empresariales con Postgrado en Management y Gestión del Cambio.
En la actualidad compagina sus actividades como escritor, formador y Coach Financiero en la escuelafinanzaspersonales.com donde contribuye al control de las finanzas de otros y alcanzar así sus objetivos personales. También es fundador de Escuela de Traders, donde ayuda a los traders en la parte psicológica de la actividad.
Autor de Ingenio Financiero.
Infinitas gracias gracias gracias
Gracias Javier y gracias David por este blog. espero poder algún dia conocerlos personalmente. Un abrazo Rodolfo
Hola Rodolfo.
Muchas gracias por tu comentario.
Saludos.